NUESTRA VOZ - Cuidadores de adultos mayores: un trabajo desde el amor

En la actualidad, 33 mil profesionales trabajan en el servicio de cuidado de ancianos en Nueva Zelanda, y se espera que de aquí a tres años la demanda de trabajadores en esta área aumente entre 50 y 75 por ciento.

Ciertamente es un trabajo valioso, pero no apto para cualquiera. Ser cuidador de adultos mayores (o caregiver) requiere de mucha paciencia y ciertas habilidades, además de fortaleza mental y emocional.

La chilena Berni Madriaza llegó al país en 2018 con la Working Holiday Visa. Su primer año se dedicó a viajar, conocer y aprender el idioma, ya que sólo sabía comunicarse a un nivel básico.

Tras el término de esta etapa de su visa, encontró sponsor como housekeeper en un hotel en Queenstown, pero siempre tuvo en mente trabajar en el mismo campo que había ejercido Chile: el cuidado de adultos mayores.

Berni ya contaba con un título de Técnico en Enfermería, pero había algo que no le permitía aplicar a este trabajo en Nueva Zelanda: sus propias limitaciones y miedos.

Su destino cambió cuando vio un aviso de empleo para una nueva residencia de ancianos en Cromwell y decidió postular. Así, utilizando un traductor en su teléfono, se presentó a la entrevista. “Les dije que para mí era un sueño poder trabajar acá y que podía trabajar mañana, tarde y noche. Ofrecí todo”, dice entre risas. Tres semanas después, obtuvo el trabajo.

Las tareas principales de un caregiver incluyen asistir lo más que se pueda a la persona que requiere el servicio, obedeciendo también a su grado de independencia. Desde ayudarles a ducharse, vestirlos y prepararles meriendas, hasta entregarles sus medicamentos, conversar con ellos y acompañarlos, son parte de las labores de un cuidador.

“Poco a poco vas conociendo a los abuelos, sus gustos y sus historias. Muchos vienen de otros países, entonces también hay variedad de culturas. No importa que a lo mejor yo no sepa a la perfección el inglés, pero creo que hay un lenguaje universal, que es del amor”, reflexiona Berni.

Pese a que es un trabajo de mucho desgaste físico y emocional, para ella “ayudar al resto es lo que más satisfacción me da. Uno ve la vulnerabilidad de ellos, como cada día requieren más atención, más compañía, más amor. Es un trabajo difícil, pero súper lindo. Además, compartir con compañeros de otros países ha sido una experiencia distinta. Yo estaba acostumbrada a trabajar con puros latinos”, asegura.

Nueva Zelanda es un país que requiere mucho personal de salud para el cuidado del adulto mayor. Los trabajadores están protegidos y los inmigrantes que realizan esta labor son bien considerados en el sistema.

Cuando Berni decidió romper sus propias barreras, su experiencia en este país dio un giro rotundo. “Mi inglés mejoró y la única forma para lograrlo era salir de mi zona de confort”, cuenta. Además, “ahora sé que mi carrera es muy solicitada acá y tengo la experiencia. Ahora, puedo enfrentar lo que sea”.

English Translation:

Caregivers for older adults: work from love

Currently, 33 thousand professionals work in the elderly care service in New Zealand, and it is expected that within three years the demand for workers in this area will increase between 50 and 75 percent.

It is certainly a valuable job, but it is not suitable for anyone. Being a caregiver for older adults (the caregiver) requires a lot of patience and certain skills, as well as mental and emotional strength.

Chilean Berni Madriaza arrived in the country in 2018 with the Working Holiday Visa. Her first year she dedicated herself to traveling, knowing and learning the language, since she only knew how to communicate at a basic level.

After the end of this stage of her life, she found a sponsor as a housekeeper at a hotel in Queenstown, but she always had her mind working in the same field she had worked in Chile: caring for older adults.

She had the title of Nursing Technician, but there was something that she didn't allow her to apply to this job in New Zealand: her own limitations and fears.

Her destiny changed when she saw an employment notice for a new elderly residence in Cromwell and she decided to apply. So, using a translator on her phone, she attended the interview. “They said that for me it was a dream to be able to work here and that I could work morning, afternoon and night. I offered everything”, she says between laughs. Three weeks later, she got the job.

The main tasks of a caregiver include assisting as much as possible to the person who requires the service, also obeying their degree of independence. From helping them to shower, dressing them and preparing meals, to delivering their medicines, talking to them and supporting them, these are part of the labors of a caregiver.

“Little by little you will get to know their abusers, their tastes and their stories. Many come from other countries, so there are also a variety of cultures. It doesn’t matter that the best one doesn’t separate perfection from English, but I believe that there is a universal language, which is of love”, reflects Berni.

Even though it is a job with a lot of physical and emotional exhaustion, helping her with the rest is what gives me the most satisfaction. One sees their vulnerability, how each day requires more attention, more company, more love. It's a difficult job, but super beautiful. Furthermore, sharing with companions from other countries has been a distinct experience. I was used to working with pure Latinos,” she assures.

New Zealand is a country that requires a lot of healthcare personnel for the care of older adults. Workers are protected and immigrants who carry out this work are well considered in the system.

When Berni decided to break her own barriers, her experience in this country took a huge turn. “My English improved and the only way to achieve it was to get out of my comfort zone”, she says. After all, “now my career is very requested here and I have the experience. Now, I can face whatever is happening.”